lunes, 7 de enero de 2013

e.e. cummings

Allí donde jamás he viajado, encanto más allá
De toda experiencia, tus ojos tienen su silencio:
En tu más lábil gesto se encuentra aquello que me abraza,
O aquello que de tan cercano me es intocable
Tu más lívida mirada me abrirá
A pesar de haberme cerrado como dedos,
Siempre me abres pétalo por pétalo como la Primavera abre
(con suma pericia, con sumo misterio) su primera rosa
y si tu deseo fuera cerrarme, yo y
mi vida nos cerraremos bellamente, de repente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve descendiendo delicadamente por todos lados;
nada de aquello que pudiéramos percibir en este mundo equivale
al poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
me sumerge con el color de sus países
dando sentido a la muerte y a la eternidad en cada suspiro
(desconozco qué es aquello en ti que se cierra
y se abre; sólo algo en mí entiende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.

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